sábado, 14 de mayo de 2011

Cerrando Puertas



Siempre es preciso saber cuándo se acaba una etapa de la vida. Si insistes en permanecer en ella más allá del tiempo necesario, pierdes la alegría y el sentido del resto. Cerrando círculos, o cerrando puertas, o cerrando capítulos, como quieras llamarlo. Lo importante es poder cerrarlos, y dejar ir momentos de la vida que se van clausurando. ¿Terminó tu trabajo?, ¿Se acabó tu relación?, ¿Ya no vives más en esa casa?, ¿Debes irte de viaje?, ¿La relación se acabó?

Puedes pasarte mucho tiempo de tu presente "revolcándote" en los porqués, en devolver el cassette y tratar de entender por
qué sucedió tal o cual hecho. El desgaste va a ser infinito, porque en la vida, tú, yo, tu amigo, tus hijos, tus hermanos, todos y todas estamos encaminados hacia ir cerrando capítulos, ir dando vuelta a la hoja, a terminar con etapas, o con momentos de la vida y seguir adelante.

No podemos estar en el presente añorando el pasado. Ni siquiera preguntándonos porqué. Lo que sucedió, sucedió, y hay que soltarlo, hay que desprenderse. No podemos ser niños eternos, ni adolescentes tardíos, ni empleados de empresas inexistentes, ni tener vínculos con quien no quiere estar vinculado a nosotros. ¡Los hechos pasan y hay que dejarlos ir!


Por eso, a veces es tan importante destruir recuerdos, regalar presentes, cambiar de casa, romper papeles, tirar documentos, y vender o regalar libros. Los cambios externos pueden simbolizar procesos interiores de superación. Dejar ir, soltar, desprenderse. En la vida nadie juega con las cartas marcadas, y hay que aprender a perder y a ganar. Hay que dejar ir, hay que dar vuelta a la hoja, hay que vivir sólo lo que tenemos en el presente...


El pasado ya pasó. No esperes que te lo devuelvan, no esperes que te reconozcan, no esperes que alguna vez se den cuenta de quién eres tú... Suelta el resentimiento. El prender "tu televisor personal" para darle y darle al asunto, lo único que consigue es dañarte lentalmente, envenenarte y amargarte. La vida está para adelante, nunca para atrás. Si andas por la vida dejando "puertas abiertas", por si acaso, nunca podrás desprenderte ni vivir lo de hoy con satisfacción.


¿Noviazgos o amistades que no clausuran?, ¿Posibilidades de regresar? (¿a qué?), ¿Necesidad de aclaraciones?, ¿Palabras que no se dijeron?, ¿Silencios que lo invadieron? Si puedes enfrentarlos ya y ahora, hazlo, si no, déjalos ir, cierra capítulos. Dite a ti mismo que no, que no vuelven. Pero no por orgullo ni soberbia, sino, porque tú ya no encajas allí en ese lugar, en ese corazón, en esa habitación, en esa casa, en esa oficina, en ese oficio.


Tú ya no eres el mismo que fuiste hace dos días, hace tres meses, hace un año. Por lo tanto, no hay nada a qué volver. Cierra la puerta, da vuelta a la hoja, cierra el círculo. Ni tú serás el mismo, ni el entorno al que regresas será igual, porque en la vida nada se queda quieto, nada es estático. Es salud mental, amor por ti mismo, desprender lo que ya no está en tu vida.


Recuerda que nada ni nadie es indispensable. Ni una persona, ni un lugar, ni un trabajo. Nada es vital para vivir porque cuando tú viniste a este mundo, llegaste sin ese adhesivo. Por lo tanto, es costumbre vivir pegado a él, y es un trabajo personal aprender a vivir sin él, sin el adhesivo humano o físico que hoy te duele dejar ir. Es un proceso de aprender a desprenderse y, humanamente se puede lograr, porque te repito: nada ni nadie nos es indispensable. Sólo es costumbre, apego, necesidad. Pero cierra, clausura, limpia, tira, oxigena, despréndete, sacúdete, suéltate.


Hay muchas palabras para significar salud mental y cualquiera que sea la que escojas, te ayudará definitivamente a seguir para adelante con tranquilidad. ¡Esa es la vida!


Paulo Coelho - Novelista Brasilero

miércoles, 21 de julio de 2010

Border Collie - Zoe

Gris - Los Piojos.

Cuando no alcanza el amor que ofreces y peleas una causa perdida
el amor se transforma en herida que no cierra, y que no deja ver
Y ceder en la apuesta es tan duro, sin apuro y sin pausa empezás a perder
Gris, el cielo de tus ojos, gris, el cielo dos despojos
Luz que enciende mi desvelo en las noches sin consuelo
tu boca tras un velo, en esta noche..... Gris
Autos en la neblina, gris, mi sombra que camina
Vas, cayendo en la tristeza , más honda y más espesa
el techo de tu pieza, en esta noche .... Gris
Que iluso que fuí y cómo olvidarme
hoy tengo tus penas y un tango tan gris
Hoy, sólo queda un recuerdo en mi corazón lerdo, y en este tango gris
Qué iluso que fuí, sólo por amarte, creí que podía ser tu dueño así
Gris el cielo de tus ojos gris.

viernes, 16 de julio de 2010

Dependencia Emocional

La cultura de la dependencia


La educación que hemos recibido y que aún siguen recibiendo las nuevas generaciones se basa en el conformismo, casi todo lo que se aprende se acepta verticalmente. Es una educación colectivizada que no promueve el desarrollo de la capacidad perceptiva, reflexiva, investigativa, sensitiva; se fomenta la mera acumulación de conocimientos alejados de la realidad y de una visión humanitaria de la vida.


Se incentiva el amoldamiento, la imitación de modelos externos y ajenos, lo cual genera una competencia basada en la comparación constante y nociva, en lugar de desplegar la naturaleza esencial de cada uno y desarrollar el propio potencial creativo

Esta actitud de no cuestionamiento de lo establecido, de aferrarse a dogmas y creencias rígidas e inamovibles, de depender siempre de algo o de alguien, suele ser la actitud que luego cada persona mantiene a lo largo de su vida.

Una sociedad basada en el conformismo y en la estandarización de conductas y pensamientos basta observar esta tendencia exacerbada en los medios de comunicación masiva; tal vez como una forma de control no puede producir otro resultado que apatía, pasividad, carencia de pasión, vacío emocional y espiritual.

En nuestra cultura predominan las conductas imitativas en lugar de las creativas; se prefiere vivir con verdades prestadas en lugar de hurgar en la sabiduría que atesoramos en nuestro propio interior.

¿Cómo sería una nueva educación? ¿Qué sucedería si la familia y el sistema educativo ayudaran tempranamente a despertar y ampliar la conciencia de un niño en lugar de domesticarla y anestesiarla?

Desarrollar la flexibilidad de la mente y el corazón, la necesidad de comprenderse y comprender a los otros, nutrir la solidez interior, respetar la diversidad de la vida en todas sus manifestaciones, comprender los miedos y los condicionamientos que empañan nuestra libertad y autonomía, constituyen el núcleo de un crecimiento íntegro y no tan fragmentado.

Crecer es despertar a la vida y convertirse en persona autónoma. Vivir despiertos es la condición necesaria para poder transformar una educación y una cultura que suelen marchar, muchas veces, en el sentido contrario de lo que es la salud.



Colapsos de autoestima


Una autoconciencia sólida, sana y estable arraiga en la autenticidad de nuestros anhelos, sentimientos y vivencias; un fuerte sentido de identidad sólo puede apoyarse en el desarrollo emocional propio. Descubrir, vivir y asumir conscientemente nuestra verdad personal nuestra identidad es tan imprescindible que pagamos su pérdida con penosas enfermedades y sufrimientos.

Como casi todos hemos sido educados en el molde de la dependencia, ocasionalmente somos conscientes del armazón con el que vivimos y de cómo continuamos recreándolo, de generación en generación, con exacta precisión.

La dependencia sólo genera miedo e inseguridad emocional y sumerge al individuo en una lucha permanente y agotadora por conseguir la aprobación de los demás; la fuente del éxito siempre es externa y se termina confundiendo admiración con amor.

En el fondo, muchos adultos aun de edad avanzada o con grandes logros sociales, económicos e intelectuales siguen siendo niños pequeños y dependientes. Una actitud infantil y sumisa subyace en innumerables personas exitosamente adaptadas a la sociedad, en tanto sólo pueden mostrar lo que se espera y se desea de ellas, omitiendo o menospreciando aspectos esenciales de su ser. O bien, muchos otros que viven bajo la presión de tener que demostrar una y otra vez sus rendimientos y la brillantez con que realizan todo lo que se proponen, dominados por un ansia ciega de reconocimiento y notoriedad.

Colapsos de autoestima están al acecho detrás de estas personas y pone en evidencia la debilidad de los cimientos de un edificio hecho de autoengaños e ilusiones. Estos colapsos son los que irrumpen en los diversos trastornos depresivos que tanto caracterizan a nuestra sociedad actual.

Cuanto más debilitado se halla ese núcleo central de la personalidad, más frágil es la autoestima y aún mayor será la necesidad de apoyarse en figuras, símbolos, gurúes, grupos o causas meramente externas.



Vínculos que atan


Nuestro mundo está lleno de gente herida en su integridad porque ha crecido en un contexto emocional teñido de desatención, hipocresía, severidad sin límites, desvalorización y desprecio.

Ningún ser humano necesita alimentarse de plantas venenosas pero algunos lo hacen porque no conocen otra cosa o porque dependen de aquello a lo que están acostumbrados, repitiendo ciegamente en sus conductas y en su manera de vincularse como adultos profundas huellas de desamor.

El desamor en cualquiera de sus manifestaciones está hecho de ataduras y servidumbres; la desconfianza, los celos, el afán de poseer y dominar son el alfabeto emocional de esos vínculos que atan y que, como toda prisión, bloquean el crecimiento y desarrollo personal.

¿Por qué la mayoría de las personas se resiste a un verdadero cambio y prefiere la falsa seguridad de una relación, por más desdichada o difícil que sea, a la búsqueda de un espacio nuevo de gozo y libertad?

Hay vínculos que parecen estar anclados en el tiempo: tanto padres e hijos, hermanos o muchos matrimonios viven atrapados en una dependencia infantil, ingenua e irresponsable, negando y manteniendo bajo control inseguridades y temores muy profundos.

Toda relación que limita las acciones, los sentimientos y pensamientos propios termina siendo mera dependencia, de la cual surge invariablemente un proceso de autoencierro y aislamiento. La dependencia es la negación de la verdadera relación.

Todos pueden cambiar su vida y madurar. La madurez psicológica otorga la confianza y la seguridad necesarias para arriesgarse a tomar el destino en las propias manos y descubrir la posibilidad de amar por elección.


¿Qué es el amor?


Todos, en alguna medida, deseamos ser amados y también dar amor; pero, a menudo, lo que parece ser amor con frecuencia no lo es.

En nuestra cultura, uno de los tantos conceptos falsos que los siglos nos han incrustado es la idea de que la dependencia es amor.

Pero la dependencia no es amor, el afán de poseer y dominar no es amor, el miedo no es amor. Amor implica vulnerabilidad estar abiertos en nuestra sensibilidad e implica comunión. ¿Cómo puede haber comunión con otro cuando hay miedo y desconfianza?

La mayoría de nosotros queremos, antes que nada, la seguridad de amar y ser amados. La exigencia de sentirnos seguros se vuelve más importante que el amor en sí, esto mismo se constituye en la raíz psicológica de la dependencia emocional.

Las personas dependientes están únicamente interesadas en su propio bienestar; desean llenar su vacío interior a costa de otros y han renunciado a todo esfuerzo por evolucionar y mejorar como seres humanos; tampoco toleran el riesgo y la soledad que implica crecer.

Cuando se ama tiene que haber libertad, no sólo respecto de la otra persona sino respecto de uno mismo.

Es necesario ver y enfrentar la carencia de libertad, los temores, las inseguridades, la desvalorización y todas las formas de dependencia que desplegamos en nuestros vínculos.

Fomentar la autonomía de los demás es la manifestación más contundente del amor; pero sólo si nosotros mismos somos seres autónomos podemos entablar vínculos maduros.

El amor es un estado del ser y, así como la lluvia limpia del polvo las hojas de las plantas, nosotros crecemos y evolucionamos a través del río de la vida a medida que nos vamos despojando de todo aquello que no es verdadero amor.

Vivir Despeinada


Hoy he aprendido que hay que dejar que la vida te despeine, por eso he decidido disfrutar la vida con mayor intensidad… El mundo está loco..
Definitivamente loco…
Lo rico, engorda.
Lo lindo sale caro.
El sol que ilumina tu rostro arruga.
Y lo realmente bueno de esta vida, despeina…

- Hacer el amor, despeina.
- Reírte a carcajadas, despeina.
- Viajar, volar, correr, meterte en el mar, despeina.
- Quitarte la ropa, despeina.
- Besar a la persona que amas, despeina.
- Jugar, despeina.
- Cantar hasta que te quedes sin aire, despeina.
- Bailar hasta que dudes si fue buena idea ponerte tacones altos esa noche, te deja el pelo irreconocible…

Así que como siempre cada vez que nos veamos yo voy a estar con el cabello despeinado…

Sin embargo, no tengas duda de que estaré pasando por el momento más feliz de mi vida.
Es ley de vida: siempre va a estar más despeinada la mujer que elija ir en el primer carrito de la montaña rusa, que la que elija no subirse.

Puede ser que me sienta tentado a ser una mujer impecable, peinada y planchadita por dentro y por fuera. El aviso clasificado de este mundo exige buena presencia: Péinate, ponte, sácate, cómprate, corre, adelgaza, come sano, camina derechita, ponte seria…

Y quizá debería seguir las instrucciones pero ¿cuando me van a dar la orden de ser feliz? Acaso no se dan cuenta que para lucir linda, me debo de sentir linda… ¡La persona más linda que puedo ser!

Lo único que realmente importa es que al mirarme al espejo, vea a la mujer que debo ser. Por eso mi recomendación a todas las mujeres:

Entrégate, Come rico, Besa, Abraza, Haz el amor, Baila, Enamórate, Relájate, Viaja, Salta, Acuéstate tarde, Levántate temprano, Corre, Vuela, Canta, Ponte linda, Ponte cómoda, Admira el paisaje, Disfruta,

y sobre todo, deja que la vida te despeine!!!!

Lo peor que puede pasarte es que, sonriendo frente al espejo, te tengas que volver a peinar.

Miedo al Compromiso


No es fácil para muchas personas conocer a alguien que pueda resultar interesante, pero cuando se encuentra y se decide iniciar una relación, uno se aventura en un universo de experiencias novedosas y de complejos sentimientos y emociones. Muchas personas desean encontrar una pareja y establecer una relación sólida pero por otra parte, les da miedo adquirir un compromiso.

1. Cuando deseo tenerte... y huyo de ti
2. ¿Por qué aparece el miedo?
3. ¿Qué personas son más vulnerables?
4. ¿Cuál es su modus operandi?
5. ¿Cómo afrontar el miedo al compromiso?

1. Cuando deseo tenerte... y huyo de ti

Madurez. El foco de motivación se centra principalmente en encontrar una pareja.

El proceso de evolución sentimiental en el ser humano, parece que sea un camino programado y fácil de seguir, pero en realidad es un aprendizaje complejo.

Desde los primeros años de vida, ya nace el amor por las personas cercanas y de las que existe una dependencia. En la infancia el vínculo amoroso va dirigido hacia los progenitores y entorno familiar. El mundo del niño se reduce al ambiente familiar, las personas que conoce y le rodean.

En la adolescencia ese vínculo se amplía al grupo de iguales, se busca la cercanía y el placer con los amigos. Al llegar a la juventud, se empieza a despertar la necesidad de compartir las experiencias con una pareja.

En la mayoría de las ocasiones, la necesidad de divertirse y estar con los amigos es tan poderosa como la necesidad de estar con la pareja, motivo en ocasiones de conflicto con uno mismo, ya que el individuo tiene que empezar a entrenarse en tomar decisiones y aprender a establecer prioridades, así como a saber compartir y organizar sus preferencias.

Será llegados a la edad adulta cuando el foco de motivación se centra principalmente en encontrar una pareja. Claro está, que en primer lugar no es fácil para muchas personas conocer a alguien que pueda resultar interesante, pero cuando se encuentra y se decide iniciar una relación, uno se aventura en un universo de experiencias novedosas y de complejos sentimientos y emociones.

Muchas personas desean encontrar una pareja y establecer una relación sólida pero por otra parte, les da miedo adquirir un compromiso.

2. ¿Por qué aparece el miedo?

El miedo surge ante la expectativa de cambio. Si una persona se plantea que tener una pareja conlleva una valoración que resta, es decir, existen más cosas que perdemos de las que ganamos, entonces tendrá más fuerza el temor al fracaso que la expectativa ante lo positivo que está por venir.

El miedo es el resultado de un desajuste entre lo que tenemos que afrontar y los recursos de los que se dispone. No solo es importante tener los recursos necesarios para afrontar las situaciones, es primordial que la persona sea consciente de la capacidad que posee y la lleve a la práctica.

Cuando la persona ignora sus propias capacidades, aparecen los temores e inseguridades que hacen a uno más frágil y débil ante las circunstancias. En estos casos, la persona tiende a huir porque no sabe como responsabilizarse ni asumir las diferentes adversidades con las que puede enfrentarse.

3. ¿Qué personas son más vulnerables?

Existen algunas características comúnes entre las personas que les da miedo consolidar una relación de pareja. Estas personas temen el compromiso con ellos mismos, con su autonomía, les asusta ser responsables de sus actos y consecuencias, de tomar decisiones, de expresar sus opiniones.

La autonomía y responsabilidad son capacidades que se van construyendo y aprendiendo con los años. La familia tiene un papel fundamental en la formación de los recursos y capacidades del individuo. Así pues, una educación protectora, permisiva o muy rígida impide al individuo desarrollar sus propias estrategias de afrontamiento para valerse por sí mismo. La persona que ha aprendido a establecer normas rígidas, lo hará también con su pareja. Será exigente para compartir, dar y recibir del otro, y en el momento que la relación no siga el curso esperado, vendrá la frustración y la ruptura sin dar posibilidad de cambio

La rigidez también lleva a que el individuo tenga la necesidad de tenerlo siempre todo controlado. Ese control se pierde en el momento que se comparte con una pareja el día a día y no se tienen las estrategias adecuadas para afrontar las situaciones novedosas que van apareciendo. Aparece entonces la inseguridad y el miedo que provoca angustia y frustración y por ende, se tiende a evitar aquello que no se controla.

También existe en estas personas una dificultad para expresar las propias emociones. Intentan no profundizar en lo que piensan y sienten de forma que las conversaciones que mantienen tienden a ser superfluas para no mostrar sus inseguridades y sentirse inferiores.

4. ¿Cuál es su modus operandi?

Generalmente el deseo de conseguir una relación estable les hace ser buenos conquistadores, pero posteriormente su miedo a la intimidad les creará confusión y empezarán a crear y a creerse excusas y argumentos contra la pareja para poder escapar de una relación que inicialmente habían buscado.

Cuando surge el miedo a la intimidad, empiezan a crecer las dudas y a buscar “fallos” en la pareja. En cierta forma, la falta de estrategias y de conocimiento sobre uno mismo hace que se busque justificación a la propia inseguridad y temores.

Como no se está preparado para asumir y abordar las carencias que uno tiene, se busca en el otro fallos que alivien el malestar generado y así comprobar que la causa del desconcierto es que la otra persona no es la adecuada. Al final se buscará romper la relación para recuperar la estabilidad y huir del descontrol.

Este proceso de búsqueda de pareja y rechazo al compromiso se repetirá continuamente con diferentes parejas hasta que la persona asuma que tiene que abordar sus limitaciones. El ciclo se conseguirá romper cuando la persona se sincere consigo misma, afronte sus verdaderas necesidades y se arriesgue al compromiso.

5. ¿Cómo afrontar el miedo al compromiso?

Es imprescindible aprender a hacer frente al miedo utilizando nuevas estrategias de afrontamiento, ya que la evitación no resuelve el problema.

- Hay que hacer frente a la situación conociendo y asumiendo qué sucede y por qué sucede. Se debe contemplar la posibilidad de cambio sin que ello implique una sensación de descontrol.

- La autoconfianza debe ser un camino que se inicie desde un reconocimiento positivo de las capacidades y dificultades que uno posee. Valorarse más uno mismo fortalecerá la seguridad en las acciones y decisiones que se tomen.

- Es esencial aprender a expresar los temores y las inseguridades. Saber exteriorizar las preocupaciones ayuda a fomentar una relación de confianza y de mayor conocimiento entre los miembros de la pareja.

- También es importante conocer todos los miedos para sanearlos con nuevos pensamientos más adecuados y ajustados a la realidad.

El miedo es una emoción que aparece cuando se percibe una situación de amenaza y peligro. Cuando el miedo surge ante experiencias placenteras y que aportan felicidad, estamos ante un miedo irracional que puede causar mucha insatisfacción y frustración si no se intenta afrontar y combatir

Autoestima - Egoísmo - Egocentrismo - Egolatría

Autoestima:
Autoestima significa la capacidad de evaluarse o valorarse a sí mismo. En consecuencia, quien alcance un buen nivel de autoestima significa que se valora adecuadamente. Sin embargo, hay que aclarar lo siguiente: No es autoestima pensar que yo soy algo, rubio y de ojos celestes. Esto es un delirio. No es tener la autoestima alta pensar que yo soy lo que no soy.
La autoestima consiste en saber que soy lo que verdaderamente soy. Y digo esto porque en la actualidad es común malinterpretar el concepto de autoestima sustituyéndolo por la hipocresía de decirle a un idiota que es un genio. Y no es así. En verdad, la autoestima alta de un idiota debería expresarse afirmando: "Si, soy un idiota, ¿y qué?, ¿ por qué todo el mundo tiene que ser inteligente ? ¿Por qué algunos no podemos ser idiotas? Qué, ¿los idiotas no tenemos derecho a vivir, acaso? Supongamos que yo soy un idiota, ¿Y si lo soy? Es más, en muchos aspectos de mi vida, soy un idiota. ¿Y cuál es el problema de que sea así? ¿Tengo que ser siempre prolijito, eficiente, eficaz? ¿Siempre tengo que tener la respuesta correcta, adecuada, y hacer lo que se deba hacer? Pues no, en algunos aspectos de mi vida, soy un idiota. Y la verdad es que no me molesta serlo. Esto es tener la autoestima puesta en el lugar; saber que hay aspectos en los que tengo ciertas capacidades y otros en los que no las tengo. Y donde no tengo mis capacidades, ¿saben qué tengo? Mis incapacidades, o mejor dicho, mis discapacidades. Las mías y las de todos. Porque, nos guste o no, de alguna forma y en alguna medida todos somos discapacitados.

Egoísmo:
Aquel que es egoísta no lo es porque se quiere tanto a sí mismo que no le queda espacio para querer a los demás. Repito: egoísta es aquel que siempre – no de vez en cuando, sino siempre— .se prefiere a sí mismo antes que a los demás.
¡¿Y qué?! ¿Es malo preferirse a uno mismo, siempre, antes que a los demás? Que si yo discuto con alguno de ustedes en este momento tengo que preferirlos a ustedes antes que a mí? ¿Alguien en esta sala puede creer que yo puedo querer alguien de aquí más de lo que me quiero a mi mismo? Sería absolutamente absurdo. Cuando yo me relaciono con mi esposa, a quien quiero más que a ninguna otra persona en el mundo, ¿significa esto que la tengo que querer a ella más que a mí? Piensen. ¿Por qué estoy con ella? Estoy con ella, en realidad, porque sé de nuestra relación, porque sé lo que hace en mí el amor que siento por ella, no por lo que le hace a ella.
Yo no estoy con ella para hacerle un favor. No lo hago por ella; estoy con ella por mí.
Estar con el otro por el otro, pensar que la grandeza de ese amor implica en buenos términos el sacrificio de renunciar a uno mismo, es una idea siniestra. Me refiero a aquellas personas que dicen, por ejemplo: “Porque esto lo hago por ti, quiero que sepas que lo hago por ti”. ¿Saben qué hace la persona que dice eso? Agarra una libreta y anota, para poder pasarle una factura después: “10 de octubre de 1998, fui a ver la charla del idiota ese, y fui por ti, así que me debes una”. Y “me debes una” significa: “La próxima vez que yo quiera que vayas a un lugar donde tú no quieres ir tienes que venir de todas maneras porque yo fui aquel día a la charla de ese tarado”.

La única ayuda que no genera deuda es la ayuda dada por el placer de ayudar

Egocentrismo y egolatría:
Egocentrismo es sentirse el centro del mundo. Y, en verdad, tampoco considero que esto sea malo. Porque uno es el centro del mundo, pero. ¿de que mundo? Atención, del mundo que uno habita, de su mundo. Entendámoslo así: el mundo de tu todas las cosas que quiero y conozco tiene centro en mí, y el mundo de todas las cosas de Chávela tiene centro en Chávela. Esto es, cada uno de nosotros es el centro del mundo en el que vive, y todas las cosas que pasan alrededor de uno pasan necesariamente por uno.
Egolatría es otra cosa. Egolatría es creerse que uno es el centro del mundo o de la vida del otro. Y eso es lo complicado. Lo siniestro, lo perverso, lo terrible es la egolatría, no el egocentrismo. Porque el ególatra (egolatría quiere decir deificar el yo) cree que es un Dios, se cree superior.